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Alejandro Casona (1903-1965), dramaturgo español, en cuyas obras
combina los juegos entre realidad y sueño de base poética. El
verdadero nombre de este escritor fue Alejandro Rodríguez Álvarez. Poco
a poco, los habitantes de este sitio les fueron conociendo como "los de la
casona" (algo así como si dijéramos "los de la huerta",
"los del carro", "los del Mustang negro", "los de la
esquina"). Más tarde esto dio origen al seudónimo el joven Alejandro
empleara al firmar sus escritos literarios. No utilizara el apellido Casona sino hasta el año de 1933 cuando
su comedia, "La sirena varada" ganara el Premio "Lope de
Vega", en Madrid, ese mismo año. La obra sería estrenada al año
siguiente, el 17 de marzo de 1934, en el Teatro Español. Su primer libro,
editado en 1926, "El Peregrino de la barba florida", apareció
con su auténtico nombre. "Nací y me
crié en una vieja casona solariega que, por ser la más grande de la aldea, es
llamada por todos la casona. Es frecuente en las aldeas (donde, por ser casi
todos parientes, los apellidos se repiten mucho) distinguir a las familias por
el lugar que habitan: así se dice "los de la Fuente", "los del
Valle" y, en mi caso, "los de la Casona"... Decidí entonces
adoptar este seudónimo, que he empleado desde entonces y que ha llegado a
substituir a mi apellido, incluso en la vida de relación" - preámbulo al
libro Nuestra Natacha comedia traducida y publicada al inglés, en 1947. Hasta a edad de diez años vivió con su familia en Villaviciosa,
pequeñito pueblo de España situado muy cercano a la ciudad de Guadalajara. Más
tarde pasó al Instituto Jovellanos, en Gijón, cursando ahí los primeros años
del bachillerato, que continuó después en el Instituto de Murcia y la
Universidad de Oviedo. Casona había recibido en 1934 el Premio Nacional de Literatura, que el gobierno le otorgara por su libro de lecturas infantiles Flore de Leyendas.
Entre
1941 y 1964, prácticamente
de manera interrumpida, escribió las siguientes obras: Las tres perfectas
casadas (1941), La dama del alba (1944), La barca sin pescador
(1945), Los árboles mueren de pie (1949), La llave en el desván
(1951), Siete gritos en el mar (1952), La tercera palabra (1953), Corona
de amor y muerte (Doña Inés de Portugal, 1955), Carta de una
desconocida, La casa de los siete balcones, Tres diamantes y una
mujer y El caballero de las espuelas de oro (1964). Murió el 17 de
septiembre de 1965 en Madrid. Empezó su vida
literaria como poeta. La flauta del sapo, publicada en México, en 1937, La
primera fue Otra vez el diablo, compuesta precisamente para grupos escolares. La sirena varada fue estrenada en 1934 y correspondía al premio Lope de Vega que otorgaba el Ayuntamiento de Madrid. La obra se estrenó en el Teatro Español de esta ciudad en donde el autor estuviera presente para ver representada su obra por dos de las más grandes artistas de ese tiempo: Margarita Xirgu y Enrique Borrás, primerísimas figuras del teatro español. Donde todo gira entre el amor y lo poético, la realidad y la
fantasía, lo cabalístico y lo insospechable. Obras traducidas a inglés, el
francés, el italiano, el alemán, el ruso, el checo y el finlandés. Sensación de estar como presenciando hechos reales, cosas que podrían
suceder, transportados, al mismo tiempo, a un ambiente y un lenguaje
comprensible que dignifican al hombre y a sus hechos más cotidianos. Él escribe y habla sobre un mundo en que vivimos, un mundo creado
por el hombre mismo, un mundo bajo, imperfecto, lleno de vilezas y crueldades.
Un mundo donde el hombre, de hecho, paradójicamente, es su propio creador y víctima.
Casona cree que el hombre no quiere que le destruyan esos sueños de realidad o
fantasía, donde habla del Amor, de Dios y la Justicia. La mayoría de sus obras (Los árboles mueren de pie, La barca sin pescador, La sirena varada y La dama del alba), han sido adaptadas a la televisión. Habiéndose retirado a vivir a Argentina. Casona seguiría
escribiendo y publicando ahora artículos en los principales periódicos del
continente. Más tarde regresaría a España. Se sentía ya enfermo, era el año
de 1962. Se cuenta que al llegar a su tierra dijo: "vengo a morir".
Citaba una frase de "Los árboles mueren de pie". Tres años más
tarde, un 17 de septiembre de 1965 fallecería, a consecuencia de un paro cardíaco.
Sus restos serían velados en la capilla ardiente que se instalara en el Teatro
Lara, pocos días antes de haber estrenado su pieza Las tres perfectas casadas. |
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